Al final de los días estará firme
En
estos momentos cientos de niños desfilan por las calles de esta ciudad de
Requena. Como en una procesión sin santo, con la misma solemnidad, marcando el
paso, con la vista en el frente, como si fuera lo único que van hacer en su
vida, recorren las calles preparando el ciento siete aniversario de la
fundación de la ciudad que les vio nacer. Los alumnos de infantil intentan
seguir otro ritmo, otra música, sus profes, a esta edad tan temprana, les
enseñan a mover sus hombros y a seguir el ritmo de la fiesta. En las noches los
concursos, de danzas, de misses, se suceden. La plaza, en torno a la imagen del
Padre Agustín López con su barca tripulada por dos nativos, se llena de puestos
en los que comprar el pincho de chancho, el choclo, la chaufa… Decenas de puestecitos
llaman la atención con sus luces de colores, el láser, las gorras y mil
cachivaches más intentan llamar la atención a quienes no le falta curiosidad
sino recursos. Incluso un espacio tecno, con luces de diseño y licores caros,
tiene cabida en esta fiesta de Requena. Naturalmente los únicos que pueblan
este último espacio son nuestros compatriotas, veterinarios que han venido a
realizar una campaña de vacunación y prevención de enfermedades en animales
domésticos, especialmente perros.
Poco
a poco los días llegan a su fin. Entramos tímidamente, y quizás también
salgamos así, pero hemos podido acceder al corazón de una sociedad y de su
Iglesia. Hemos compartido sus gozos, sus esperanzas y también sus sombras.
Tanto en Jenaro como en Requena hemos tenido contacto con una juventud que
sueña una realidad distinta, que quizás no sepa cómo trabajar por ella, una
población que sufre el abandono y la enfermedad más elemental. Una porción del
mundo que parece olvidada de casi todos, pero que es acompañada en su caminar
únicamente por la Iglesia ,
de esto somos testigos.
Ciertamente
no importa mucho, a los ojos del mundo, la realidad de estas personas.
Parecieran ser los prisioneros de un estado que negocia, sin que trascienda al
conocimiento de los sencillos, con los recursos de la tierra, con su madera,
con su petróleo, con su gas… y que conviene tener entretenidos con la aywasa,
con el trago, con la droga, con la incultura de la que se intenta que no
salgan, con el sexo, con lo que sea, de tal forma que no se despierten y
molesten el expolio. Si acaso se recuerda, de manera totalmente improcedente
por la historia de esta ciudad (fundada por los franciscanos españoles), la
estancia de los españoles en las tierras peruanas y sus fechorías, para que no
abran los ojos y vean que ahora están planeando de manera más sofisticada, más
terrible, levantar el suelo en el que pisan. Si primero los incas (no llegaron
a estas tierras), que si los extranjeros, ya los caucheros, y ahora de nuevo
Saturno devorando a sus hijos.
Como
en la misma lucha del Apocalipsis también está el otro lado el que vence en la
derrota y la debacle, aunque parezca maniqueo o simplista, los que trabajan y
se entregan sin denuedo por los olvidados, los pequeños. Y damos fe, que no hay
grandes organismos internacionales, ni grandes cooperantes que vengan corriendo
a la soflama de cualquier catástrofe, aquí basta con el río. Hay una presencia,
de la que hemos venido dando cuenta en este blog, por la que nosotros estamos
aquí y ésta es la Iglesia.
Fue
la Iglesia , de
manos de los franciscanos P. Agustín y P. Giner, quienes fundaron y promovieron
la creación de Requena, de su colegio. Con el enfrentamiento de los
propietarios de estas tierras por entonces, los Mafaldos, y los Rochas y tantos
otros. Actualmente también sigue aquí con los nombres que ya hemos mencionado,
con las franciscanas misioneras de María (la primera congregación femenina en
aparecer por el Amazonas), las terciarias Capuchinas de la
Sagrada Familia , los Hermanos de la
Salle , Terciarias franciscanas del Rebaño de María (en Jenaro
Herrera) y su Pastor, el Obispo quienes a día de hoy hacen posible la
Requena , el Loreto, de hoy.
Un
capítulo propio merecería la figura del Obispo, pero su presencia también se ha
notado a lo largo de este blog. No habría Vicariato sin su figura. El grupo de
Jenaro tenía la intención de venir a Requena sólo por conocer al Obispo, pero
no va a poder ser por cuestiones logísticas. Reseñar aquí su sencillez y
cercanía, quizás lo primero que salta a la vista en el trato con una persona.
Delgado, de piel tostada por el sol que tan generoso es por estas tierras, con
el pelo blanco, lo que remite más al peso que lleva en el pastoreo de este
Vicariato que a su edad, serio a la par que cordial. De una capacidad de trabajo
impresionante, con una visión del corazón, de la persona y del Vicariato, muy
fina; de actividad incesante, profundamente creyente. Igual le puedes encontrar
barriendo la Iglesia ,
rezando, acogiendo a un necesitado, dando clase de teología, preparando para el
bautismo, en una reunión con profesores, reunido con el director del Cepro,
visitando cualquier colegio, buscando comida para tal o cual centro,
contestando un correo, buscando una partida de bautismo, en la
Misión Franciscana , en el mercado, en su vespino o en la
lancha…
Ha
cuidado de nosotros tan bien como lo hace con sus feligreses, con un amor y una
discreción absoluta. Nos ha enseñado mucho más de lo que nos ha hablado, ha
sido un ejemplo vivo, no necesitábamos oírle para saber que nos estaba hablando.
Al final de los días hemos comprendido sus palabras de inicio, que nos abrían a
la realidad a la que veníamos a servir. Nos avisó de las necesidades y
carencias de estas gentes, nos pidió que amásemos a todos sin excepción, que
acogiésemos a todos, que llegáramos a todos pero que no particularizásemos con
nadie, que no nos quedásemos atrapados a más a más en ninguno. Que nuestra
entrega fuera universal, concreta pero no particular o cerrada. Lo hemos
comprendido y amado en él y nos ha servido a nosotros.
Estas
palabras no responden a una gratitud personal o del grupo, la incluyen pero las
trasciende con mucho. No es solamente un agradecimiento por su acogida y sus
continuas atenciones, no, quiere ser mucho más. Intenta recoger la gratitud de
nuestras familias, de nuestros conocidos, de nuestra Diócesis toda, de todos
los hombres de buena voluntad, por esa fidelidad y presencia en esta tierra
recóndita y olvidada en la que es palabra y eco del amor mismo de Dios, y de la
salvación, de la que la Iglesia
es puerta. Nos atreveríamos a decir (si pudiéramos) que quiere ser el
agradecimiento de sus propios feligreses, los que quizás nunca se hayan
planteado que sería Requena sin su Obispo, sin su Iglesia, de los que no se
hayan parado a pensar nunca que su sola presencia es una puerta abierta a la
esperanza, por la que Dios mismo se hace presente con su promesa de llenar su
vida de plenitud y gracia. Gracias a él, la
Iglesia de esta tierra tiene un rostro franciscano, sencillo,
fraterno, por el que hacemos nuestras las alabanzas al Dios Altísimo del propio
San Francisco y seguimos recitando, orando, Omnipotente, Altísimo, Buen Señor
tuyas son las alabanzas la gloria y toda bendición.
Nuestro
paso por aquí ha sido una lección misma de Dios cuando creíamos que veníamos a
enseñar vemos todo lo que hemos aprendido, cuando creíamos que éramos los
valientes y generosos por dedicar unos días de nuestra vida a la misión, nos
encontramos con que la misión es la vida de los que hemos conocido en unos
días; si nos creíamos fieles vemos nuestra escualidez frente a quien resiste
cada creciente del río y de la vida; en nuestra generosidad nos vemos
regalados, en nuestros conocimientos desbordados por el silencio de la selva
que desbarata la opulencia de los fuertes, si creemos que damos algo nos
encontramos con quien lo ha dado todo, si creemos que tenemos poco conocemos a
quien no tiene nada y aún te regala su sonrisa y su abrazo; si nos ronda en la
cabeza lo poco que hemos hecho nos encontramos con quien nos agradece nuestra sola
presencia. Si creemos que rezar no lo es todo, escuchamos el eco sonoro de
nuestra estancia en el templo, si dudamos de la
Providencia , nos sentimos cuidados y reconfortados.
Muchas
cosas nos quedan por decir de esta tierra y de sus gentes, no pretendemos
contarlo todo. También nuestras experiencias son muchas, quizás haya momentos
para compartirlas. Lo más hermoso es lo que Dios ha hecho en nuestras propias
vidas, aunque no podamos ponerle nombre de inmediato, pero sin duda (como
recogía la evaluación de nuestra estancia aquí) la experiencia ha superado con
mucho las expectativas que traíamos. También los de Jenaro han tenido una
experiencia intensa, hermosa, de plenitud y entrega. Ahora nos queda la llamada
a la fidelidad debida a la gratuidad de Dios y de su Iglesia que con tanta
nitidez nos ha hablado, con nuestro compromiso orante y misionero. Si lees esto
y te preguntas qué puedes hacer la web de hesed Perú pueda ayudarte.
Ahora
nos toca alzar la tienda, l vuelo rumbo a Lima, rumbo a casa, pero de esto ya
hablaremos. Nos quedamos con las preguntas de los mayores: -¿cua-a-ando
vuelven?; o las expresiones de los pequeños y jóvenes que te abrazan, y te
piden –no seeee vayan, dicho con la misma pena como si se marchara la opción
misma de tener una vida nueva.
Al
final de los días estará firme el monte de la casa del Señor, de las espadas
forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra
pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Caminemos a la luz del Señor