miércoles, 22 de agosto de 2012


Al final de los días estará firme

En estos momentos cientos de niños desfilan por las calles de esta ciudad de Requena. Como en una procesión sin santo, con la misma solemnidad, marcando el paso, con la vista en el frente, como si fuera lo único que van hacer en su vida, recorren las calles preparando el ciento siete aniversario de la fundación de la ciudad que les vio nacer. Los alumnos de infantil intentan seguir otro ritmo, otra música, sus profes, a esta edad tan temprana, les enseñan a mover sus hombros y a seguir el ritmo de la fiesta. En las noches los concursos, de danzas, de misses, se suceden. La plaza, en torno a la imagen del Padre Agustín López con su barca tripulada por dos nativos, se llena de puestos en los que comprar el pincho de chancho, el choclo, la chaufa… Decenas de puestecitos llaman la atención con sus luces de colores, el láser, las gorras y mil cachivaches más intentan llamar la atención a quienes no le falta curiosidad sino recursos. Incluso un espacio tecno, con luces de diseño y licores caros, tiene cabida en esta fiesta de Requena. Naturalmente los únicos que pueblan este último espacio son nuestros compatriotas, veterinarios que han venido a realizar una campaña de vacunación y prevención de enfermedades en animales domésticos, especialmente perros.

Poco a poco los días llegan a su fin. Entramos tímidamente, y quizás también salgamos así, pero hemos podido acceder al corazón de una sociedad y de su Iglesia. Hemos compartido sus gozos, sus esperanzas y también sus sombras. Tanto en Jenaro como en Requena hemos tenido contacto con una juventud que sueña una realidad distinta, que quizás no sepa cómo trabajar por ella, una población que sufre el abandono y la enfermedad más elemental. Una porción del mundo que parece olvidada de casi todos, pero que es acompañada en su caminar únicamente por la Iglesia, de esto somos testigos.

Ciertamente no importa mucho, a los ojos del mundo, la realidad de estas personas. Parecieran ser los prisioneros de un estado que negocia, sin que trascienda al conocimiento de los sencillos, con los recursos de la tierra, con su madera, con su petróleo, con su gas… y que conviene tener entretenidos con la aywasa, con el trago, con la droga, con la incultura de la que se intenta que no salgan, con el sexo, con lo que sea, de tal forma que no se despierten y molesten el expolio. Si acaso se recuerda, de manera totalmente improcedente por la historia de esta ciudad (fundada por los franciscanos españoles), la estancia de los españoles en las tierras peruanas y sus fechorías, para que no abran los ojos y vean que ahora están planeando de manera más sofisticada, más terrible, levantar el suelo en el que pisan. Si primero los incas (no llegaron a estas tierras), que si los extranjeros, ya los caucheros, y ahora de nuevo Saturno devorando a sus hijos.

Como en la misma lucha del Apocalipsis también está el otro lado el que vence en la derrota y la debacle, aunque parezca maniqueo o simplista, los que trabajan y se entregan sin denuedo por los olvidados, los pequeños. Y damos fe, que no hay grandes organismos internacionales, ni grandes cooperantes que vengan corriendo a la soflama de cualquier catástrofe, aquí basta con el río. Hay una presencia, de la que hemos venido dando cuenta en este blog, por la que nosotros estamos aquí y ésta es la Iglesia.

Fue la Iglesia, de manos de los franciscanos P. Agustín y P. Giner, quienes fundaron y promovieron la creación de Requena, de su colegio. Con el enfrentamiento de los propietarios de estas tierras por entonces, los Mafaldos, y los Rochas y tantos otros. Actualmente también sigue aquí con los nombres que ya hemos mencionado, con las franciscanas misioneras de María (la primera congregación femenina en aparecer por el Amazonas), las terciarias Capuchinas de la Sagrada Familia, los Hermanos de la Salle, Terciarias franciscanas del Rebaño de María (en Jenaro Herrera) y su Pastor, el Obispo quienes a día de hoy hacen posible la Requena, el Loreto, de hoy.

Un capítulo propio merecería la figura del Obispo, pero su presencia también se ha notado a lo largo de este blog. No habría Vicariato sin su figura. El grupo de Jenaro tenía la intención de venir a Requena sólo por conocer al Obispo, pero no va a poder ser por cuestiones logísticas. Reseñar aquí su sencillez y cercanía, quizás lo primero que salta a la vista en el trato con una persona. Delgado, de piel tostada por el sol que tan generoso es por estas tierras, con el pelo blanco, lo que remite más al peso que lleva en el pastoreo de este Vicariato que a su edad, serio a la par que cordial. De una capacidad de trabajo impresionante, con una visión del corazón, de la persona y del Vicariato, muy fina; de actividad incesante, profundamente creyente. Igual le puedes encontrar barriendo la Iglesia, rezando, acogiendo a un necesitado, dando clase de teología, preparando para el bautismo, en una reunión con profesores, reunido con el director del Cepro, visitando cualquier colegio, buscando comida para tal o cual centro, contestando un correo, buscando una partida de bautismo, en la Misión Franciscana, en el mercado, en su vespino o en la lancha…

Ha cuidado de nosotros tan bien como lo hace con sus feligreses, con un amor y una discreción absoluta. Nos ha enseñado mucho más de lo que nos ha hablado, ha sido un ejemplo vivo, no necesitábamos oírle para saber que nos estaba hablando. Al final de los días hemos comprendido sus palabras de inicio, que nos abrían a la realidad a la que veníamos a servir. Nos avisó de las necesidades y carencias de estas gentes, nos pidió que amásemos a todos sin excepción, que acogiésemos a todos, que llegáramos a todos pero que no particularizásemos con nadie, que no nos quedásemos atrapados a más a más en ninguno. Que nuestra entrega fuera universal, concreta pero no particular o cerrada. Lo hemos comprendido y amado en él y nos ha servido a nosotros.

Estas palabras no responden a una gratitud personal o del grupo, la incluyen pero las trasciende con mucho. No es solamente un agradecimiento por su acogida y sus continuas atenciones, no, quiere ser mucho más. Intenta recoger la gratitud de nuestras familias, de nuestros conocidos, de nuestra Diócesis toda, de todos los hombres de buena voluntad, por esa fidelidad y presencia en esta tierra recóndita y olvidada en la que es palabra y eco del amor mismo de Dios, y de la salvación, de la que la Iglesia es puerta. Nos atreveríamos a decir (si pudiéramos) que quiere ser el agradecimiento de sus propios feligreses, los que quizás nunca se hayan planteado que sería Requena sin su Obispo, sin su Iglesia, de los que no se hayan parado a pensar nunca que su sola presencia es una puerta abierta a la esperanza, por la que Dios mismo se hace presente con su promesa de llenar su vida de plenitud y gracia. Gracias a él, la Iglesia de esta tierra tiene un rostro franciscano, sencillo, fraterno, por el que hacemos nuestras las alabanzas al Dios Altísimo del propio San Francisco y seguimos recitando, orando, Omnipotente, Altísimo, Buen Señor tuyas son las alabanzas la gloria y toda bendición.

Nuestro paso por aquí ha sido una lección misma de Dios cuando creíamos que veníamos a enseñar vemos todo lo que hemos aprendido, cuando creíamos que éramos los valientes y generosos por dedicar unos días de nuestra vida a la misión, nos encontramos con que la misión es la vida de los que hemos conocido en unos días; si nos creíamos fieles vemos nuestra escualidez frente a quien resiste cada creciente del río y de la vida; en nuestra generosidad nos vemos regalados, en nuestros conocimientos desbordados por el silencio de la selva que desbarata la opulencia de los fuertes, si creemos que damos algo nos encontramos con quien lo ha dado todo, si creemos que tenemos poco conocemos a quien no tiene nada y aún te regala su sonrisa y su abrazo; si nos ronda en la cabeza lo poco que hemos hecho nos encontramos con quien nos agradece nuestra sola presencia. Si creemos que rezar no lo es todo, escuchamos el eco sonoro de nuestra estancia en el templo, si dudamos de la Providencia, nos sentimos cuidados y reconfortados.

Muchas cosas nos quedan por decir de esta tierra y de sus gentes, no pretendemos contarlo todo. También nuestras experiencias son muchas, quizás haya momentos para compartirlas. Lo más hermoso es lo que Dios ha hecho en nuestras propias vidas, aunque no podamos ponerle nombre de inmediato, pero sin duda (como recogía la evaluación de nuestra estancia aquí) la experiencia ha superado con mucho las expectativas que traíamos. También los de Jenaro han tenido una experiencia intensa, hermosa, de plenitud y entrega. Ahora nos queda la llamada a la fidelidad debida a la gratuidad de Dios y de su Iglesia que con tanta nitidez nos ha hablado, con nuestro compromiso orante y misionero. Si lees esto y te preguntas qué puedes hacer la web de hesed Perú pueda ayudarte.

Ahora nos toca alzar la tienda, l vuelo rumbo a Lima, rumbo a casa, pero de esto ya hablaremos. Nos quedamos con las preguntas de los mayores: -¿cua-a-ando vuelven?; o las expresiones de los pequeños y jóvenes que te abrazan, y te piden –no seeee vayan, dicho con la misma pena como si se marchara la opción misma de tener una vida nueva.

Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor, de las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Caminemos a la luz del Señor

 

martes, 21 de agosto de 2012



Dar hasta que duela y cuando duela dar todavía más.
Queridos todos:
A punto de concluir nuestros días en la misión me gustaría decir que estamos fenomenal y muy contentos, y explicar que esto no era para nada lo que yo esperaba.
Hay en Requena muchísima miseria, que no me podía imaginar. De selva ideal, 'de peli', nada. Pero no es solo pobreza material.
También nosotros, al menos los que estamos en Requena, hemos pasado algunas dificultades materiales. Sobre todo la falta de agua, que durante unos días fue total, unida a la humedad y el calor. Las condiciones de la casa no son las mejores, a pesar de que es una de las mejores casas de Requena! Tenemos una numerosa comunidad de divertidas cucarachitas y arañas, y tenemos a Copito, una ratita muy simpática, grande y lustrosa, que desde que hizo presencia por primera vez ha perdido la discreción y ha decidido comerse parte de nuestra comida. Debía de estar hambrienta.
La mayor parte de las casas de Requena son cabañas de madera, de las que hemos sacado en algunas fotos: elevadas a unos palmos sobre el suelo con unos maderos, para que el río pase por debajo durante las crecidas. Y cuando el río sube demasiado pueden seguir metiendo vigas debajo y subir un poco más la altura de la casa. En todo caso, las casas se pasan meses encima del agua, y muchos niños tienen problemas graves de bronquios por la humedad.
Respecto al agua, esta semana llovió varios días y hemos estado muy aliviados, aunque siempre controlando el consumo. Ahora llevamos un par de días de calor muy intenso, que no remite, y amenaza otra vez la sequía. El agua de la lluvia se recoge desde los canalones en un depósito en el tejado y es la que utilizamos para lavarnos y fregar los cacharros. Para beber y lavar los dientes, agua embotellada.
Lo peor es para lavar la ropa: para ahorrar el agua del depósito hay que utilizar el agua que cae en un 'pocito' en el patio de la casa, sin ningún tipo de filtro ni nada..., así que la ropa, entre eso y la humedad, ha empezado a oler a ranita...
Respecto a nuestra ayuda aquí, no es gran cosa, y dadas las carencias que hay, es como una gotita en el océano. Aun así las sonrisas de los niños cuando nos ven y cuando jugamos con ellos, nos compensan todo el esfuerzo.
Casi todos hemos ayudado dando clases en el colegio PALP (Padre Agustín López Pardo, que fue el fundador de Requena, hace 105 años). Es el colegio del Vicariato de Requena, pero el Vicariato no elige ni interviene en la contratación del profesorado, sino que esto se impone desde el sindicato de profesores, según las calificaciones obtenidas, lo que da muchísimos problemas, igual que en el resto de colegios.
Hemos dado clases a muchos niños. Son más de mil alumnos, normalmente cuatro aulas por curso.
Todos los días hemos estado viendo, en un sitio y otro, al Obispo, D. Juan Oliver. Aquí es el hermano Juan. Es valenciano y es admirable, no para desde el amanecer hasta el anochecer. Intentamos comer o cenar con él y nos reunimos todos los días en algún otro momento, para conocerle más, hacerle compañía y que nos cuente cosas de la gente y de las misiones que tienen a lo largo de toda la ribera del río. Esta zona está muy deprimida, inaccesible por la selva, y dejada por las administraciones.
Aquí el Vicariato y algunos religiosos, con la ayuda de Cáritas y Manos Unidas (y con la colaboración de Hesed Perú, de Valencia, de la parroquia Sta. Catalina Mártir, de Majadahonda, y de Cáritas Suiza) llevan todo: colegios, policlínico, asilo, cuidado de ancianos y enfermos visitándolos en las casitas, cole de niños discapacitados; créditos y microcréditos para todo tipo de necesidades; clases en el Pedagógico y en el Tecnológico (los hermanos de la Salle); etc., etc., etc... Pero están muy solos, alguno completamente solo en un poblado. Y, en mi opinión, no reciben el agradecimiento debido. Excepto los niños, que al llegar o salir del cole te rodean, igual que al hermano Juan, te abrazan, te besan y demuestran muchísimo cariño.
La realidad social es durísima, la media de hijos es de seis o siete niños por mujer pero normalmente de padres distintos. Nadie se casa y es algo habitual que los hombres abandonen el hogar. Los niños se crían con suerte con su madre, pero muchas veces con sus abuelos. Los mayores, enfermos y discapacitados a veces están completamente desatendidos.
Las familias tienen una economía de mera subsistencia (es imposible la exportación de ningún producto), basada en cultivar durante la época seca en las chacras, zonas en que el río se retira. Pero si hay una crecida inesperada el cultivo se pierde, las casitas se inundan y la gente se va. Eso, o que se vayan a trabajar a chacras lejos del poblado, influye en la inestabilidad de las familias. Y para muchos niños es habitual no ir a la escuela porque tienen “chamba”, tienen trabajo, como me dijeron tres niños de diez años que estaban pescando un martes en el lago Avispa… Si la familia no tiene qué comer, los niños van a pescar unos pececitos (en este caso picaron pirañas), para hacer a la brasa, o a recoger flores para vender esa noche en la plaza. La realidad es que la mayoría de los niños carecen de lo imprescindible y están afectados por enfermedades de bronquios por vivir sobre el agua.
El gran problema (que impide otro tipo de economías) es la incomunicación, no hay acceso al transporte más que por el río; la lancha, muy cara, no pasa todos los días... y se tarda hasta siete días en recorrer el río para llegar a algunos poblados. Pero donde no llegan sus compatriotas, llegan las misiones.
Algunos del grupo han ayudado en el policlínico de Requena, fundado y llevado por Cáritas y el Vicariato. Sobre todo María P. y, en algunas visitas a enfermos a las casitas, también Juan. La gente no tiene atención médica y frecuentemente no va al policlínico aun en casos de gravedad. A los mayores y a los que están muy enfermos a veces se les deja abandonados, tirados en un colchón y sin darles agua, lavarles, cambiarles ni cuidarles. Esto en Requena. En los caseríos que hemos conocido a lo largo del Tapiche o del Ucayali, ni siquiera hay policlínico. El Vicariato ha promovido los Botiquines: una casita en cada poblado (aquí se les llama caseríos) en la que tienen medicamentos y medios para una primera atención médica en caso de urgencia.

Aunque en mi opinión la situación más complicada es la de la educación En las casitas que están aisladas no se plantea que los hijos vayan a la escuela. Y en las ciudades y poblados muchos niños faltan a menudo a clase. Para nosotros ha sido una experiencia irrepetible, y en el colegio tanto la dirección como los alumnos se han mostrado muy agradecidos por el pequeño servicio que hemos prestado. Esta semana no estaban muchos de los profesores por unas olimpiadas deportivas en Iquitos, y hemos tenido la oportunidad de sustituirles. Es muy emocionante ver las ganas que tienen los chicos de aprender: cuando pasamos por las clases nos ruegan que entremos a su 'salón' -así llaman a las aulas- a darles clase.
Hemos tenido la suerte de hablar de todas estas cosas con el obispo, que es muy sencillo. Es franciscano y lleva aquí ocho años dando toda su vida, sin desanimarse por la aparente falta de resultados ni por la ingratitud a la que se enfrenta muchos días. Y nos hemos quedado muy impresionados por la entrega ejemplar de las cuatro hermanas franciscanas que llevan otro de los colegios, por los hermanos de la Salle y por los franciscanos que viven en Requena y algunos de los caseríos.
Nosotros hemos estado muy contentos y a pesar de todo, y del futuro incierto, los niños y los jóvenes que hemos tratado son muy felices. Algunos ayudan en la pastoral, visitando las misiones el fin de semana, dando catequesis en las capillas que hay por Requena (pequeñas capillas en las que se celebra la misa, o la liturgia de la palabra si no hay sacerdote y se da catequesis todos los domingos) y participando en los coros, que suenan divinamente con todos sus instrumentos y con sus voces.
Hemos tenido el honor de participar en la vida de la gente de Requena, en sus fiestas, un día sí y otro también, como si fuéramos uno más. Ha sido una experiencia inolvidable. Por ultimo, recuerdo con mucho cariño que el segundo día limpiamos a fondo la Misión Franciscana, donde vive el Obispo. Fue un trabajo duro pero nos alegró mucho poder hacerlo. Y del grupo, aunque hemos estado divididos entre Jenaro y Requena, hemos hecho piña, acordándonos a diario de los de Jenaro, y sobre todo cuidándonos unos a otros y rezando mucho!!!
Me despido pidiendo oraciones para esta región de Loreto, abandonada de todo el mundo excepto de la Iglesia. Ojalá desde Madrid podamos seguir colaborando recaudando fondos para mejorar las condiciones de vida de los loretanos y de toda esta zona del Tapiche, en la que sacerdotes y religiosos se dejan la vida en la atención de los más necesitados sin dejar nunca de sonreír.
María José

Una experiencia misionera desde la salud
Campaña de Solidaridad 2012 “Rostros que cuestionan: ancianos abandonados y niños enfermos”  He visto esos rostros, he conocido sus nombres…
Para poder definir la salud en Requena hay que ponerse en contexto, por ejemplo, para sacar adelante un Proyecto existen numerosas trabas del tipo:  escasez de recursos económicos, falta de compromiso personal, desidia por parte de la familia de los pacientes, desconocimiento, remedios naturales mal empleados… y cuando quieres hacer algo, a veces ya es demasiado tarde. En ocasiones, resulta desalentador ver la necesidad de una solvente infraestructura sanitaria, no solo por los niños y los ancianos, sino también por lo descuidados que viven los adultos.
La salud que tanto se exige en España, aquí va por detrás de todo, principalmente del trabajo, de hecho, solo se acude al doctor en el momento en que la enfermedad te impida trabajar; mientras, recurres a remedios caseros o simplemente tratas de ignorarlo.
A lo largo de estos días he tenido la gracia de encontrarme con gente cuya experiencia me ha permitido vislumbrar el entramado sanitario trazado en esta ciudad.
Betty, una mujer de 34 años, ha estado embarazada en diez ocasiones, cinco de ellos han salido adelante, pero el último lo perdió hace apenas una semana… Vive con la familia en una balsa en la playa que tiene que mover ella sola, y cree que el esfuerzo haya sido el que ocasionase la pérdida de su hijo. Tienen que practicarla un legrado y, ahora mismo su marido está río arriba buscado alimento, su hijo mayor buscándose la vida en algún caserío, su hija de 17 años embarazada camino de Iquitos y solo le quedan en su casa sus hijos de 10, 4 y 2 años y una niña de 13 años que le regalaron cuando contaba con apenas 15 días de vida. Es una buena mujer, pero en uno de los peores momentos de su vida, está sola.
Eleodoro y Grimanesa, son un matrimonio de 100 y 92 años respectivamente, que viven en una casa que se mantiene en pie porque Dios quiere… Pared con pared, vive una de sus hijas que tuvo poleo y está impedida desde entonces, su hija de 13 años es quien tiene que encargarse de bañar al abuelo, hacer la comida para toda la casa… y no puede. Así que Grimanesa  se encarga de ir al mercado todas las mañanas (¡dos kilómetros bajo este sol!) y cuidar a su marido. Ahora se está quedando ciega. “¿Quién se encargará de nosotros ahora?” nos decía.
Max es un niño de 10 años, nació parapléjico y sus padres al verlo se desentendieron de él. Vive con su abuela en una casa en condiciones mejorables, pasando la mayor parte del tiempo postrado sobre una cama hecha de listones de madera, mientras su abuela va al mercado a vender pescado. Muestra síntomas de desnutrición, pesa cerca de 19 kilos, y su salud dista mucho de ser buena, además precisa un cambio en sus medidas higiénicas.
Todas estas historias tienen también su lado bueno… Dios no se olvida de sus hijos.
Desde el Vicariato, con el Hermano Juan al frente, existen numerosas acciones para tratar de solventar todas estas situaciones. Gente como Enith en Caritas, Merita en el Policlínico o Maritza a cargo del CEBE, hacen posible que estas personas no pierdan la esperanza. Su labor aquí, con ellos, es encomiable.
Suli es una niña de 9 años que cursa sus estudios en el PALP, hace dos meses tuvo una caída que le provocó una fractura del radio y por falta de dinero y miedo, le vendaron mal el brazo y soldó. Tuvo la suerte de coincidir con uno de los profesores españoles, que enseguida lo puso en conocimiento del Policlínico y, a través de Merita y la infraestructura que tiene Caritas tanto en Requena como en Iquitos, Suli entró en contacto con un traumatólogo. En menos de quince días ya le habían intervenido y estaba de vuelta en Requena.
Este es un ejemplo del mucho bien que realiza el Vicariato en Requena. De hecho, también han intervenido de una manera u otra en todas las historias que narré anteriormente…
Betty fue derivada a un centro especializado y acompañada en todo momento durante el proceso quirúrgico, Eleodoro y Grimanesa están siendo atendidos de forma periódica por Merita y los técnicos del Policlínico a través del Proyecto financiado por Caritas: Atención al Adulto Mayor, y Max acude todas las mañanas al CEBE, centro dirigido por Maritza, donde se le baña, se le da alimento y medicinas, y se le da mucho cariño.
Durante estas últimas semanas que he pasado con ellos, me he sentido parte integrante del grupo, desde el primer momento participé de las actividades diarias. Primero en la oración de las ocho de la mañana y después a lo largo de todo el día viviendo en primera persona la realidad de los requeninos. ¡Qué vidas más distintas a las que yo había conocido, y sin embargo, cuánta sencillez, humildad y bien he conocido!
Quizás no sepa qué recalcar de mi experiencia en estos días, pero me quedo con la sonrisa de Max, el abrazo de Grimanesa, la sencillez de Betty, cuando Clemencia me abrió la puerta de su casa…
María Pérez Esteban

lunes, 20 de agosto de 2012

La perla del Amazonas
En tiempos del Caucho, Manaos era una pequeña ciudad del alto Amazonas, perteneciente al vecino Brasil, e Iquitos se convirtió en la capital de aquellos que buscaban el oro negro en la baja amazonia. Los principales países habían enviado aquella ciudad a sus cónsules. Ellos llevaron consigo todo lo necesario para olvidar el lugar del planeta en el que se encontraban y vivir como en sus tierras de origen. Desde la casa de hierro de Eifel hasta los palacetes del entorno, pero fue su aeropuerto pequeño el que hizo posible la conexión de Lima con la selva, atravesando los andes. Por eso se le llamó la perla del Amazonas. El primer presidente de la nación que la visitó fue Manuel Prado corría el año 1943.
Hoy hemos visitado el CEBE de Manos Unidas. Este complejo no sería comprensible sin la existencia y dedicación de la señorita Ana, cuya vida merece un artículo propio. Solo reseñaremos aquí, de esta mujer austriaca, su entrega a las comunidades de Santa Elena y en San Pedro. El conflicto de Santa Elena le afectó de manera irremediable no pudo asimilar el pago recibido de aquellos a los que había entregado su vida, marchó a Lima y al poco murió, su alma ya venía herida, sus restos descansan en el cementerio de las hermanas. El obispo Víctor de la Peña recibió parte de su  herencia destinada a un centro para ancianos. Con su ayuda y otras donaciones construyó, conforme a la voluntad de los donantes un asilo para ancianos desprotegidos.
En uno de los lugares más hermosos de la ciudad, próximo donde esperan la resurrección de los justos parte de los requeninos, se erige un amplio complejo rodeado de un verde exuberante y de una luz única. El centro estaba cerrado cuando llegó el Hno. Juan. Así permaneció dos años. No era sostenible ni viable una residencia para ancianos, el Vicariato no tiene ingresos que puedan asegurar la sostenibilidad de este proyecto, personal sanitario, técnicos, comida… Tras preguntar a los donantes, posibles, el centro se reorientó para otro fin.
A la entrada del edificio aparece hoy el cartel de C.E.B.E. Manos Unidas (Centro de Educación Básica Especial).  Atravesando una cancela negra se accede a un patio amplio que comunica con un pasillo que da acceso al centro. La puerta de la Directora, de Maritza, es la primera. Ella es la perfecta cicerone de un centro y de un personal que conoce mucho más allá de lo meramente profesional. Con un halo de timidez que desaparece según avanza la conversación y nos cuenta la situación de los niños que allí se encuentran. Se trata de chicos discapacitados físicos y/o psíquicos, a los cuales ha tenido que rescatar de su propia familia, de esta sociedad despiadada, uno por uno. Recorriendo cada barrio de esta ciudad que se reinventa cada día, escuchando las voces de algún vecino que delataba lo que la familia trataba de esconder a los ojos de todos, si pudieran a los ojos de Dios. Niños con parálisis cerebral, retardo mental, síndrome down, sordos y mudos… ellos son rescatados con una mirada de madre, a la que le ha costado mucho dar a luz un hijo por lo que es muy consciente de la importancia de cada vida; como madre única se multiplica en cada caso. Los colegios también son objeto de la visita del equipo de Maritza allí se centran en los niños con dificultades en la enseñanza a fin de detectar cualquier retraso por leve que sea.
Todos los profes cuidan de estos niños más que sus propios padres, que avergonzados los esconden como si fueran la evidencia de sus delitos y pecados. Muchos de ellos podrían recuperar la movilidad, pero ni siquiera le han sacado el documento de identidad como para preocuparse de una terapia continua, la cual no pueden asumir por tiempo, por medios, por educación. Cada día tienen que ir por los niños a sus casas, vestirlos, calzarlos, rescatarlos del barro del sendero y acercarlos al motocarro que los conducirá al CEBE. Una vez allí lavarlos, ponerles ropa limpia, darles el desayuno y empezar las clases. Después darles la comida y volverlos acercar a sus casas donde le espera el olvido y el hambre hasta el próximo día de clase. Si reciben un uniforme del colegio raudo se lo quitan y lo destinan a otro de los hijos válidos. Incluso los zapatos, que el Hno. Juan provee personalmente, los venden para  obtener unos soles para no se sabe qué, porque todo se necesita donde nada hay. Este claustro es una profecía para la sociedad y para sus compañeros. Ciertamente también hay algún conchudo, el cual irremisiblemente tendrá que revisar su contrato a fin de curso con la  Directora coraje.
El CEBE está pensado para que los chicos, que sean recuperables, se integren en la enseñanza normal. Pero sobretodo está pensado para devolver la dignidad aquellos marginados de los marginados, los descatalogados de la vida familiar y social. El CEBE es una escuela de humanidad más grande que cualquier universidad del mundo. Quizás sólo por esto merezca recordarse que esta ciudad fue llamada un día la Atenas del Ucayali; nada le queda de la calidad de aquella enseñanza, solo un número ingente de escolares con ganas de abrirse a la vida a los cuales esta les muestra su lado más duro. Pero si algo tiene esta ciudad para poder afirmar que la vida es valorada en todas sus expresiones es esto. Un colegio para aquellos pobres idiotas que nos devuelven a cada uno de nosotros el rostro auténtico del hombre.
No voy hablar de rostros concretos que traten de arrancar de nuestros corazones, semejantes a la dura capa de los mochelos, una brizna de humanidad. No voy hablar de Max el niño de nueve años completamente agarrotado, que con sus diecinueve kilos, grita lo que su boca no es capaz de decir, su hambre, su dolor, su olvido, su emoción cuando monta en el motocarro camino al cole, la emoción de sus gestos cuando lo alimentan, con la única comida del día. Tampoco diremos nada de Seti, ni de su epilepsia cuyos ataques han controlado apenas hace un mes, ni de Alex, ni de los ojos estrávicos y saltones de  Rosario, ni de Leydi, ni de José, de Víctor, Tami, Analí…
Esta perla de humanidad, afortunadamente, no está solo el collar que le anilla está en la escuela de Santa Catalina Mártir, en el barrio de Atenas. Barrio nuevo que acoge aquellos a los que el río le ha quitado su poblado, sus tablas en forma de casa donde se cobijaban y que cansados de los caprichos del agua han huido a una zona más alta, a una zona más pobre. Allí, fruto de la generosidad de los feligreses de la parroquia de Majadahonda, Santa Catalina Mártir, se erige la escuela de infantil que lleva su mismo nombre. Igualando terrenos, igualando clases sociales, se ha erigido este centro (que como el anterior también es obra del Vicariato) y que dirige doña Giny Irca.
El lugar que ocupa es un alto, no se puede esconder una ciudad puesta en un alto, ni la luz meterla debajo del celemín, allí esta escuela acoge unos cien niños. Ya al entrar tienes que atravesar una puerta como la de la casa que usurpó Blancanieves, dentro están los enanitos. Unos rostros alegres pueblan un patio central que delimita el espacio de las clases. Un comedor con mesitas bajas y sus pequeños platos nos hablan de los que muy pronto serán muy grandes. Aquí muchos de ellos ingerirán la única comida del día, y los domingos y los días de inundación soñarán con los frejoles y los compañeros de su cole. Sus juegos, sus risas, sus abrazos, su espontaneidad, sus clases perfectamente ambientadas, sus profesoras que te acogen tan bien como los propios niños. Todo el que visita Santa Catalina Mártir aprecia el plus de este centro. También en la ciudad de Requena, al punto que las instalaciones se han quedado pequeñas ante la demanda de la población. Por ello han dividido el salón grande en tres clases más a fin de poder atender al máximo número de niños.
Como todo jardín de infancia que se preste también tiene su patio, con sus columpios, su tobogán, techado y de arena. Con unas plataneras donde cuajan los frutos y una palmera de papayas, repleta de ellas, marcan el tiempo de la construcción y la velocidad con que este pasa. Al contemplar cómo fructifica, y crece, la generosidad de los donantes  de Santa Catalina que tanto han hecho por este Vicariato nos sentimos pequeños y a la vez motivados a contribuir, en la medida de nuestras posibilidades, con una realidad tan necesitada como bien gestionada.

Cuando entra el Obispo los niños se lanzan al cuello, incluso Raisa, que ha salido de su aislado poblado y llora desconsoladamente cuando ve de cerca unos rostros tan blancos como los nuestros, se refugia en sus brazos y desde allí, como desde un torreón, lanza su llanto de alarma ante quien se le presenta extraño como unos caraspelas.

domingo, 19 de agosto de 2012

Una tierra de gigantes
 Enith es una mujer pequeñita, delgada, de sonrisa sempiterna que deja entrever una dentadura que un día no fue suya, con una ropa gastada por el uso pero siempre impoluta. Ella es la secretaria general  de la  Caritas del Vicariato. Testigo a lo largo de estos quince años de la caridad de tantos que ha llegado aquí para tratar de hacer más liviana la necesidad de la gente de esta ribera de ríos Tapiche y Ucayali. Su vida misma es toda una profecía, como lo fue el profeta Oseas para sus contemporáneos y aún hoy sigue interpelándonos a nosotros en nombre del Dios único. Ella mujer, en medio de una sociedad que no se respeta a sí misma en muchas ocasiones, soltera, donde la mujer estrena su fecundidad a una edad muy temprana, bondadosa, paciente, luchadora y sobretodo fiel, en una tierra donde encontrar esto es a veces tan difícil como encontrar una piedra firme.
 Ella nos ha recibido con todo su equipo y nos ha contado la labor de Caritas en los últimos quince años. Con Enith, que mantiene una relación fluida y continua con el Obispo, se presentan Edwin, Robinson, Samuel, Alexis, Antonio. Caritas empezó a trabajar en el año 1991 en un primer momento dependiendo de Caritas Regional de Iquitos. Por entonces se centraba en crédito agrícola: ofrecía herramientas a los agricultores. Posteriormente ofrecía semillas y se enseñaba a sembrar a la población. La creación de piscigranjas, la entrega de un chancho a las familias, de gallinas y otros animales y enseñar su crianza ocupó años de lucha en el trabajo contra la pobreza en esta zona. Estos eran proyectos de fondo rotatorio: si a una familia se le entrega un gallo y cinco gallinas deben devolver al año lo recibido más dos. Con los chancos es igual, se les entrega una chancha grande y al año entregan un animal. Lo recuperado se queda en el municipio, en la comunidad, y se reparte a otra familia que quiera acogerse al préstamo en las mismas condiciones. El proyecto de las semillas y de las piscigranjas funcionó de aquella manera. Los agricultores nunca devolvieron las semillas, acostumbrados a que el gobierno les regale lo mismo y nunca les reclame nada. De los cientos de gallinas entregadas, solo dos personas devolvían a la comunidad un ejemplar. De los chancos igual. A esto se le añade que Caritas tenía que revisar los proyectos y tenía que viajar a lo largo de los poblados durante semanas con el costo que supone el combustible en estas zonas del planeta, a pesar del canon.
 Otro de los trabajos emprendidos era elaborar compos, abono natural, a fin de remediar la escasez de nutrientes de esta tierra lavada. La escasez de animales, el precio de los compuestos químicos, hace necesario el enriquecimiento del suelo. El cultivar plantas en viveros también  era parte de este proyecto. Iba destinado a las mingas a fin de poder enriquecer las chacras. El cambio de la mentalidad de las gentes es lento, no se ven a simple vista los frutos, pero es de los más necesarios para esta tierra y que los mismos trabajadores de Caritas han emprendido y cosechado algún que otro fracaso.
 Año 1997 se transforma el proyecto agrícola en un fondo de minicréditos, ya que las fuentes donantes piden sostenibilidad den los proyectos. Con el fondo agropecuario no se llegaba a obtener. Se entregaba un kilo de semilla, valorado en tres soles, y al entregar el producto que pagase el crédito, el valor que adquría en venta no pasaba de unos setenta céntimos, esto no era sostenible. Pero el sistema del crédito no fue comprendido o aceptado por la gente de la ribera (ríos Tapiche y Ucayali) lo que hace que se traslade la atención de Caritas a la ciudad de Requena. Se pasa de las encomiendas rurales atender a una población más urbana.
 En Requena da comienzo un sistema de mini créditos a pequeños propietarios que piden unos soles para montar una bodega (así llaman acá a los pequeños comercios) en el mercado, créditos destinados a la salud (no existe un sistema de seguridad social como en España),  para la construcción de la vivienda, y también créditos para la educación. Con el tiempo se van firmando acuerdos con la municipalidad, lo que da sostenibilidad al proyecto. Trabajadores municipales podrán beneficiarse de algún mini crédito y una pequeña cantidad de su nómina irá cubriendo la mensualidad de lo recibido.  Son créditos de consumo. Un ejemplo que ilustra esto es el caso de Marilyn que pidió un mini crédito para montar un taller de corte y confección.
 La mayoría de la población del Vicariato es muy pobre. Su economía se basa en una producción de subsistencia, con las dificultades peculiares de un suelo de aluvión, similar a la creciente fértil del Nilo. Solo existen dos estaciones en este lugar de la Amazonía, invierno y verano, tiempo de lluvias y tiempo de sequía, crecente y vaciante. Las zonas ribereñas del río se fertilizan con la creciente, en invierno, y se planta en ellas en la secante, verano. Las variables que existen son muchas, que la vaciante sea demasiado exigua y el agua arrase la cosecha, condenando al hambre durante al menos un año; otra es que el río se lleve la tierra fértil, y el lugar para la chacra sea la otra orilla a unos cuantos kilómetros de distancia. No hay títulos de propiedad sobre estas tierras, sin título de propiedad no hay posibilidad de reclamar un préstamo y sin esta posibilidad es imposible su concesión, ya que los donantes (Caritas Austria, principalmente) piden sostenibilidad. Donde existen títulos de propiedad es en las tierras altas, excepto los árboles maderables que pertenecen al Estado, de las tierras inundables solo dan una constancia de posesión.
 En la región de Loreto, en la que se encuentra el Vicariato de Requena, no hay sistemas de cooperativas, no existe el asociacionismo profesional, menos aún en el sector primario. Esto vuelve más vulnerable a los pequeños propietarios, que venden sus productos a precios irrisorios. El loretano es conformista e inmediatista. No crea redes fuertes que le defiendan de mayoristas sin escrúpulos. Le sumamos la dificultad del transporte del producto, el único medio es el río, junto con la ausencia de silos para el almacenaje, la desaparición de la empresa estatal que compraba el arroz (en tiempos de Fujimori), y llegamos a comprender el subdesarrollo en el que se encuentra la región. 
 Otro de los proyectos en los que se trabaja Caritas es el área sanitaria. Los botiquines comunales es una de las tareas. A cada comunidad se le entrega un botiquín que deben gestionar. En ellos está lo más básico, sueros, desinfectantes, antídotos para las picaduras de serpiente… También en esta área se busca que los botiquines sean autosostenibles. Esto es que los medicamentos se vendan, a un bajo costo, y esto permita reponer el producto. Para ello se nombra a un responsable del botiquín. Esto es un logro para la población de esta zona, la mayor pobreza se concentra en los poblados ribereños. El Vicariato tiene más botiquines sanitarios en funcionamiento que el propio gobierno, es más los botiquines estatales han cerrado en su mayoría. Aquí también la mayor barrera no es el río, ni el verde amenazante de la selva, sino la pobre educación de sus gentes.
 El policlínico de Requena es un gran proyecto del Vicariato. Con la generosidad de muchos se hace posible que otros tantos puedan acceder al derecho más básico del ser humano que es la salud. Por unos cinco soles se puede acceder a la consulta. Aquí según la gravedad del paciente se le atiende o se le desvía a Iquitos, según las posibilidades económicas se le ayuda desde la propia Caritas. Este proyecto no se autofinancia. La doctora y la enfermera son pagadas con los fondos del Vicariato, de otra manera no tendrían profesionales de valía en este apartado lugar del mundo. Desde aquí se atienden a niños en riesgo de desnutrición, madres embarazadas, prevención del VIH (Requena y Yurimaguas se disputan el primer lugar del Perú en número de infectados), prevención del cáncer en la mujer, salud bucal, desparasitación, atención ancianos en situación de riesgo… En este ámbito han colaborado Adela y  María P.E. que contará en crónica propia la impresión de tantos casos como han atendido.
 El policlínico compró una máquina de rayos X, con la que ha estado luchando uno de nuestros ingenieros sin obtener resultados, una gran inversión económica y de repercusión para la salud de la población. No llegó a funcionar ni siquiera unos meses, se estropeó, la llevaron a Lima, con el gasto que ello supone, trajeron al técnico a Requena y aún permanece embalada con no sabemos qué problema. Cómo nos gustaría poder contribuir a su correcto funcionamiento.
 El estado también se ha olvidado de esta región, solo las fiestas cuentan con presupuesto, quizás éstas les hagan olvidarse al pobre de su pobreza al menos por unas horas aunque la vuelta a la realidad sea tan dura como la vida misma. La selva que cuenta con presupuesto es la que ha sido azotada por el narcotráfico o el terrorismo, Vicariato de San Ramón Amazonía alta, lejos de aquí. Quizás nos toque a nosotros recordar a los que Dios ha puesto de esta manera singular en nuestro camino.
 Cada tarde Enith, antes de la misa de siete, va a ver al Obispo, que se encuentra rezando en el banco de siempre, y le entrega las llaves del edificio de Caritas, la casita verde de la plaza. Desde que unos desalmados la atracaron una noche y se llevaron el dinero de Caritas, Enith no ha vuelto a ser la misma persona. Le destrozaron el rostro, le partieron la mandíbula y rompieron sobretodo su confianza en sí misma, mellando solo un poco su esperanza. Estuvo muy grave, le rehicieron su mandíbula, tuvo su boca cosida varios meses, después de los cuales volvió a mostrar a todos su sonrisa en la que se vislumbra su alma. Desde entonces, no puede quedarse en casa con esas llaves y las lleva a quien con tanta sabiduría crea equipos para que transformen la realidad desde dentro. Ella, su equipo todo, son gigantes en una tierra de desafíos continuos. Su entrega y su labor ya han germinado en estas riberas, Dios Padre multiplique con su gracia su esfuerzo.
 
Cristo trajo la esperanza a estos pueblos

Requena es una tierra incomunicada. Si no fuera por el río, no tendría comunicación alguna. Ayer sábado, pasamos el día por dos de los muchísimos caseríos que bañan el río Tapiche.
Pudimos comprobar, desde mi punto de vista dos cosas:
1)     Su economía es prácticamente de subsistencia, es decir que lo que producen lo necesitan ellos para vivir.
2)     La falta de higiene manifiesta en estos pueblos (niños descalzos día y noche, ropas en paupérrimo estado, desnutrición infantil, etc.).
Estas son  algunas de las cosas que observo de estos poblados, pero ni mucho menos son las más importantes. La esperanza es lo esencial, las ganas de vivir, las sonrisas que tienen los niños a cada hora, la paz que hay siempre en estos pueblos y que transmiten a cada visitante.
Y me pregunto, ¿Por qué se da todo esto?,
La pregunta tiene fácil respuesta: Dios les da esta alegría para que transmitan su Evangelio y su Palabra a través de sus actos, gestos y de su vida misma. Como siempre se suele decir, se evangeliza a través del testimonio y el de estas gentes (sobre todo el de los niños) transmite mucho. Llevan a Dios en el corazón y eso se nota.
Para terminar me hago una segunda pregunta,
¿Ayer sábado quien evangelizó a quién? La respuesta es mucho más sencilla que la anterior. Claramente ellos a nosotros.

IGNACIO UGARTE REBOLLO

jueves, 16 de agosto de 2012

A la hora de nona

En torno a las tres de las tarde nos suele recibir el Sr. Obispo D. Juan Oliver Climent en la Misión Franciscana de Requena. Nos ha concedido este tiempo de tertulia y formación, de confidencias podríamos decir; de experiencia compartida con estos jóvenes voluntarios para la misión. Agradecemos su acogida, su entrega y su tiempo. Sin duda alguna sin sus palabras nuestra pobre experiencia quedaría sin el horizonte de comprensión imprescindible que aporta la experiencia de pastor y su recorrido por esta tierra, que él considera también suya. Desde ahí aún tiene más valor estas palabras a la hora de nona.

La primera realidad  que nos descubre es la extensión del Vicariato de Requena, equivalente  a la extensión de Andalucía, este territorio está dividido en ocho parroquias, con sus decenas y decenas de poblados. De ellas tres se han quedado sin misionero: Tierra Blanca, Orellana y Santa Elena. Con el agravante de que en Orellana hay comunidad de religiosas que quedan también desatendidas. Las soluciones no son fáciles. Pero desde esta realidad es bien comprensible el grito de San Francisco Javier  desbordado por la realidad, preocupado en extremo por la salvación de aquellas almas, que pedía a sus compañeros de Paris que fueran en su auxilio. Como bien sabemos la respuesta no fue inmediata.

La historia de San Francisco, su vida, su conversión, su visita a Tierra Santa, la realidad misionera de la Orden Franciscana desde sus orígenes fueron otro de los temas en los que nos ilustró el Hno. Juan. La historia del Vicariato, aún no tiene un siglo de existencia, que fue confiado (como otros seis) a la Orden Franciscana. Su andadura al frente del mismo desde hace ocho años y el desarrollo del mismo se llevaron la mayor parte de las preguntas y aportaciones de los participantes.

La educación y su problemática también estuvieron presentes a lo largo de nuestras reuniones. Sin ánimo de ser exhaustivo recogemos algunos datos, que puedan servir para la reflexión del lector, luego cada uno de nosotros sacamos nuestras propias conclusiones y hacemos nuestra síntesis personal.  La falta de vocación de los profesores, su escasa profesionalidad, el abuso de menores, la compra venta de las calificaciones, la falta de incentivo en los alumnos, la escasa habitabilidad de sus casas, la ausencia de una estructura familiar que acompañe y eduque a los más pequeños de la casa, son las lacras de toda una sociedad. Los casos de bullyng y violación están presentes a lo largo del Vicariato, problema al que se le añade los arreglos por unos cuantos soles de la situación, sin que la realidad se denuncie o se llegue a sentenciar. Bien es cierto que en las realidades educativas que dependen del Vicariato, que no son pocas, el procedimiento es mucho más expeditivo, retirando de sus puestos a los responsables. Ante este panorama no están claros los valores que se están transmitiendo desde la familia. Familia formada en su inmensa mayoría por la madre,  la ausencia de padre es más frecuente de lo deseable. Esto tiene una complicación más, la escasa identificación sexual de la población joven, que se encuentra a merced de gente sin escrúpulos ni principios. Un dato que puede ilustrar este abandono de los niños y jóvenes por su progenitores, afanados quizás en encontrar alimentos  bien cultivando la chacra ya en el mercado, fue el de aquella situación que denunció la Hna. Mercedes. Se trataba de una  niña de doce años que fue violada y embarazada y en su declaración ante la policía, con su verdugo presente,  afirmó que le prometió un plato de comida.

La realidad de los ancianos abandonados a su suerte, como han podido comprobar nuestros compañeros sanitarios y voluntarios, es otra de las lacras de esta sociedad que es incapaz de cuidar de sus pequeños, de sus mayores. Muchos permanecen postrados durante semanas en la misma posición, malnutridos, deshidratados, sin higiene, sin atención de los que le rodean. La imposibilidad del Vicariato para hacer frente a esta realidad, a pesar de las ayudas recibidas que no son pocas, no se llega a poder atender esta realidad que va in crescendo y que desborda la capacidad de esta porción de la Iglesia confiada al Hno. Juan.

A la hora de nona Jesús inclinó su cabeza, hora de gracia, en que Dios da su paz a la tierra por la sangre de Cristo.